Números 12:3 RVR1960
Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. https://www.bible.com/bible/149/num.12.3
María y Aarón se quejan con Moisés. No están contentos con él “a causa de la mujer cusita que había tomado” (Números 12:1). Sin embargo, a medida que seguimos leyendo, realmente hay un resentimiento más profundo que está en sus corazones. Están celosos de la posición única que Moisés tiene como representante de Dios. Ellos preguntan: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? (Números 12:2) No están contentos con el hecho de que Jehová tuvo una relación especial con Moisés, una que ningún otro en Israel disfrutó. Es a la luz de esta situación que el texto describe al “varón Moisés” como “muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra” (Números 12:3).
Moisés, cuando tenía 40 años, tenía mucha confianza en sí mismo. Se encargó de liberar a su pueblo de la esclavitud egipcia sin consultar al Señor ni pedir su ayuda. Cuando sus esfuerzos fracasaron, huyó a Madián humillado. Cuando el Señor lo llamó 40 años después, Moisés ya no era la misma persona; se había convertido en un hombre muy manso o humilde, que con reservas aceptó el papel que Dios le estaba dando para guiar a su pueblo fuera de Egipto a la Tierra Prometida. Así que, a pesar de recibir los Diez Mandamientos, de hablar con Dios de una manera especial, o de guiar a millones de personas a la libertad, Moisés permaneció humilde porque había aprendido que todo lo que había experimentado o hecho era el resultado de la gracia de Dios sobre él y su pueblo. Ahora, cuando María y Aarón cuestionan su autoridad especial, Moisés no busca luchar por su posición porque sabía que el Señor se la había dado.
En nuestro mundo, la humildad no es una característica que se aprecia. Más bien, a menudo se considera un rasgo de aquellos que son débiles. Sin embargo, la Biblia considera la humildad una virtud, una fortaleza de carácter. Jesús dijo: Bienaventurados los mansos [o humildes], porque ellos recibirán la tierra por heredad (Mateo 5:5). La humildad es una mentalidad que reconoce que NO somos autosuficientes, sino que dependemos de Dios para todo lo que somos y todo lo que hacemos. Si no fuera por Dios, ni siquiera estaríamos vivos, porque “en él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28). La humildad también mantiene nuestra confianza en nosotros mismos bajo control. Debemos creer en nosotros mismos, pero ninguno debe tener “más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Romanos 12:3). Nunca debemos olvidar que Dios es aquel que nos ha dado todas nuestras habilidades. Así como él ha dado, ¡él también puede quitar! “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6-7).
Siervo de Jesús,
Byron E. Benítez